Sola en Nochebuena

"El coronel Aureliano Buendía apenas si comprendió que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad".

Sucedía en el Macondo de Gabriel García Márquez. El coronel Aureliano Buendía se mantenía a la espera en su laboratorio de alquimia, haciendo y deshaciendo pececitos de oro; recibiendo al atardecer la visita de su compañero Gerineldo Márquez. Pero Amaranta Buendía no soportaba la conversación de Gerineldo; resucitaba en ella los recuerdos del pasado, así que, gota a gota, fue horadando la paciencia de éste hasta que dejó de visitar al coronel. 
 
Igual que Amaranta le da la espalda a la vejez, impertinentemente reflejada en la calvicie de Gerineldo, la familia de Gloria se la da a ella.
 
Veo la escena desde dos ventanas abiertas a la noche. Una insolente; vomita chorros de luz. En la otra, la vida apenas se atreve a asomarse entre las cortinas. En una, cuatro personas conversan animadas, se entremezclan en el follón de una cocina vestida de Navidad. En la otra, Gloria, sola, espera a que den las nueve y sus nietos la inviten a pasar a cenar. Es 24 de diciembre. Se me arruga el corazón y ya no volverá a estar lustroso en toda la noche.

Tal vez, sería más popular escribir sobre la juventud. De hecho, lo es. Lo joven, lo bello, lo nuevo... Y escribo esto a riesgo de provocar un apagón en mi lectura. Sin embargo, este blog y esta modestas letras nacen fieles a la vida y leales a mi mirada sobre ella, y hace tres días fue esto lo que me impactó:

Son las 19:00 pm. Cojo un camino diferente para llegar a casa. No el habitual, no el de otros días. Y quiere el destino que esta Nochebuena se junten la vida del frutero -que aún a esas horas está trabajando-, la de Gloria -que renqueante sale a comprar cuatro plátanos y alguna que otra pieza de fruta- y la mía -que regreso a casa dispuesta a enfundarme mi mejor sonrisa para inaugurar la noche con unas cañas-. Detengo el coche. No puedo evitar parar a saludarla. Gloria es de esas personas que son más familia que mucha de la propia. Necesito hacerlo porque siento que esa va a ser de las pocas cosas 'de verdad' que haga en toda la noche. El resto: la opípara cena, las luces de navidad, Papá Noel descolgándose por el porche de la casa..., son sólo patéticos sucedáneos de la vida en mayúsculas. Porque en esa noche -aunque suene impopular- todos nos sentimos en la obligación de ser felices o, al menos, de parecerlo, a riesgo, si no lo conseguimos, de sentirnos desgraciados.

Su tímida invitación -"¿Pasas?"- me indica que sus 89 años de soledad están deseosos de que lo haga. Pero no paso con la idea de hacerle un favor, más bien, con la sensación de hacérmelo a mí misma. Sus 89 y mis 38 se unen en un punto intermedio, ajeno a la edad. Es curioso, ya no somos la niña y la mujer joven. Hemos avanzado posiciones en el tablero. Juntas recordamos a los que no están: su marido, mi hermano. Ambas, sin decirlo, nos entristecemos. Es un baile extraño en el que suenan la soledad, la añoranza, el goteo incesante del paso del tiempo y el cariño que nos tenemos... Y como colofón un: "Anímate, esta noche vas a estar con los nietos". "No creas -responde- estaba más a gusto aquí, cenando cualquier cosa y después a la cama". No comprendo muy bien qué me quiere decir. Con todo, me voy feliz. Alegre por el reencuentro.

Pero entonces, salgo a la calle y me subo al coche. Entonces, lo veo. Las dos ventanas. A penas separadas diez metros. Las cortinas echadas en una. Las persianas abiertas en otra, con gente trajinando dentro. La vejez. La juventud. La soledad. La ignorancia de que todos nos haremos viejos. La pérdida de perspectiva, olvidando quién te amó y te cuidó de pequeño. La desorientación cuando crees que son más importantes la comida, las luces, los regalos, y te olvidas de que a diez metros está tu abuela tejiendo las penas de su soledad.

No tengo más que decir.

Final.







 
 
 

Comentarios

  1. Bieeenn! Sigue el Castillo de If.
    Del texto, sin palabras!

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  2. Muchísimas gracias por tu apoyo. Entiendo muy bien a qué te refieres cuando te alegras de que siga vivo y tienes toda la razón ;) Un abrazo fuerte.

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