"Si no vuelven, háblenlo"

Esto es lo que le oí decir a Marian en la despedida a sus huéspedes: "Si no vuelven, háblenlo".
Es curioso, a nosotros no nos lo dijo, tal vez, consciente de que regresaríamos...
No obstante, he decidido contarlo:

Su casa es 'Casa Antolina' y es así como ella la define: "es el hogar de mi infancia y el palacio de mis sueños adolescentes, Antolina , mi madre fue una pieza clave en la forja de esos sueños, por eso, cuando el proyecto de Casa rural se hace realidad merece llevar su nombre (...) Carga de sentimientos, de recuerdos, de objetos con descripción propia, de mimos, de fotos y sobre todo de un sabor de hogar heredado y transmitido en todo momento a las personas que visitan nuestra casa".


No podría contaros cómo es su casa, si no os cuento cómo es ella, porque todo el magnífico edificio y las sensaciones que transmite: elegancia, paz, armonía, personalidad y saber estar son-también- los rasgos de su dueña. Mezcla de tradición y modernidad.

La primera vez que la vi, me impactó. Alta, rubia, bella, delicada y enérgica, decididamente 'ella'. La vi a la hora del desayuno. Estaba atareada en sus fogones -los de una cocina, que como el resto de la casa, también decorada por ella- recogía lo mejor de la tradición con un exquisito gusto moderno. Preparaba el desayuno con la mermelada casera y las naranjas de su patio cuando acudió a atender una pregunta nuestra (mía y de mis acompañantes). La vi llegar en su delicado vestido burdeos, chaquetita negra con detalles plata y hermosos anillos en sus dedos. Toda elegancia. Después, cuando habló, descubrí a una mujer educada, muy preparada, decidida. Sin duda, una perla de sofisticación en medio del paraíso de sencillez que es San Martín de Trevejo.



Marian no chirría en medio del pueblo: se la ve viajada y más preparada de lo que es usual para una mujer de su generación (probablemente camine ya hacia los setenta; que me perdone si he errado el cálculo); pero se encuentra inmersa en su esencia: la casa familiar, "la de sus sueños adolescentes" como ella misma cuenta. Y no es difícil imaginarla por aquellos pasillos o en ese patio de naranjos, jugando, leyendo o charlando con su madre. Se mueve con la misma naturalidad y familiaridad como si fuera a su familia a la que estuviera atendiendo.

Marian no chirría en medio del pueblo, y prueba de ello es el magnífico equipo que forma con su ayudante Rita. Ésta es amable, eficaz y resolutiva, 'sin zarandajas' como diría Marian. Representa la sencillez acogedora del pueblo extremeño. Siempre solícita a su jefa y al viajero. Pero más que empleada y empleadora se ve en ellas una complicidad filial.

Una y otra forman parte del cuadro de costumbres de San Martín de Trevejo.
Un mismo espacio.
Diferentes realidades.
Pero todas, igual de auténticas.

Cada uno de los viajes que hago y las personas especiales que encuentro me inspiran. He de reconocer que Marian me inspira y me enamora a partes iguales, y también que me provoca ternura. Esa torre de fortaleza, madre de cuatro hijos repartidos por el mundo, habla con ellos a diario por Whatsapp. Es lo que tiene ser madre y tener la generosidad de darles alas para volar...

Quiero que este post sea un homenaje a las mujeres que son 'todo ellas': auténticas, sencillas, luchadoras, con personalidad. Gracias Marian por acogernos tan bien y abrirnos una ventanita a tu interior.

Casa Antolina, el mejor alojamiento en la Sierra de Gata



En el próximo post os contaré la historia de Rafael y os enseñaré algunas fotos que hice :))

Comentarios

  1. Nos quedamos con ganas de mas, demasiado breve cada post para una "plumilla" sensible.

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